En México, el cambio de hábitos alimentarios genera un patrón de consumo cada vez más "occidental"
En la dieta nacional prevalecen grasas dañinas y bebidas azucaradas, aseguran investigadores
LAURA POY SOLANO
La comida chatarra es también parte de la dieta de
los mexicanos Foto: Roberto García Ortiz
En México, el cambio de hábitos alimentarios genera un patrón de consumo cada vez más "occidental", con una dieta elevada en grasas de origen animal, comida altamente industrializada y bebidas azucaradas, en la que "cada vez es más frecuente que los sectores pobres se lleven la peor parte, al acceder a alimentos de baja calidad y poco nutritivos", advierten expertos.
La búsqueda de un cuerpo "esbelto y sano" ha propiciado una cultura de lo ligth, en la que se pagan sumas elevadas por productos que el mercado considera sanos, libres de pesticidas o agroquímicos, "a los que sólo pueden acceder unos cuantos", aseguró Alberto Rivera Márquez, especialista en nutrición y medicina social de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En contraste, los sectores más pobres incrementaron su consumo de alimentos industrializados, como la comida rápida, que tiene un precio más "accesible, pero no cumple con los requisitos de una dieta nutritiva, lo que genera obesidad, sobrepeso y el riesgo de desarrollar enfermedades crónico-degenerativas".
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los factores determinantes para desarrollar sobrepeso, cardiopatías o diabetes son los mismos en todos los países: consumo de alimentos hipercalóricos poco nu-tritivos, con alto contenido de grasas, azúcares y sal, menor actividad física y tabaquismo.
De hecho, la Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en 2004, refiere que la mala alimentación, la falta de actividad física y de equilibrio energético entre niños y adolescentes son motivo de "especial preocupación".
A estos factores se suma, señalan los especialistas, la acelerada modificación del patrón de consumo en zonas urbanas, que en el caso de México se orientan a alimentos "altamente industrializados y harinas refinadas, y una dieta cada vez más escasa de frutas y verduras".
El caso de México
La OMS indica que, con el tiempo, los hábitos de comportamiento poco saludables y las enfermedades no transmisibles vinculadas a éstos se han concentrado en las comunidades "más pobres, lo que contribuye a generar desigualdades sociales y económicas".
Señala que México es uno de los países con "mayor riesgo de seguir incrementando su tasa de pacientes con obesidad, diabetes y cardiopatías", debido a que su población tiende a concentrarse en zonas urbanas, donde se sigue un modelo de vida sedentario y un consumo en el que prevalece la dieta con bajo contenido nutricional, rico en grasas.
Rivera Márquez destacó que si bien la industria ha impulsado la creación de alimentos mejorados o fortificados, su consumo "no es una panacea ni resolverán por sí solos los graves problemas de sobrepeso y obesidad que presenta la población".
La llamada "transición nutricional", es decir, el cambio en los hábitos de consumo, indicó, se están orientando hacia una dieta más "occidental y menos tradicional, lo que implica mayor consumo de grasas de origen animal y una cantidad cada vez menor de aquellos alimentos que formaban parte de nuestra dieta, como granos, frutas y legumbres, ante un ritmo de vida cada vez más vertiginoso, pero al mismo tiempo más sedentario".
A esto se suma la falta de control -por parte del Estado- de la publicidad con que se ofrecen ciertos alimentos, que "no son tan sanos como se informa al consumidor, quien está lejos de conocer en qué consiste una dieta sana, nutritiva y balanceada", pese a los avances educativos.
Alimentos mejorados
Investigadoras de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), señalaron que los "alimentos mejorados", es decir, aquellos que tienen mayor calidad nutricional, no resolverán padecimientos como la diabetes u la obesidad.
Laura Olguín Martínez, profesora e investigadora del IPN, destacó que la creciente demanda de comida "más sana" ha impulsado la industria de los llamados "alimentos mejorados, con los que se busca incrementar la calidad nutricional y favorecer una dieta más sana".
Sin embargo, alertó que "esta tecnología está lejos de elaborar productos milagro que permitan curar padecimientos como la diabetes. Se ha logrado producir alimentos sin azúcar y bajos en grasas, pero eso no significa que su consumo garantice bajar de peso o estar libre de altos niveles de azúcar en la sangre".
Destacó que en la ENCB se desarrollan cada año 30 proyectos de alimentos mejorados, como galletas nutritivas, bebidas energizantes, productos lácteos bajos en grasa, harinas multigrano y productos cárnicos adicionados con fibra y proteínas.
Por su parte, Teresa Fabela, coordinadora de las cinco plantas piloto de alimentos de la ENCB (confitería, lácteos, frutas y legumbres, cereales y carnes), señaló que el desarrollo de alimentos mejorados es el "esfuerzo de estudiantes de licenciatura y posgrado que buscan aplicar sus conocimientos para alcanzar una mejor nutrición".
Sin embargo, reconoció, existe una "falta interés del sector empresarial para que los proyectos lleguen al mercado nacional y permitan no sólo elaborar alimentos más nutritivos, sino a un precio accesible, que garanticen una alta calidad en sabor, textura, conservación e inocuidad".
El interés que generan los alimentos que no dañan la salud, agregó, si bien se ha ido incrementando paulatinamente, "tampoco ha logrado un cambio de hábitos entre la población, que continúa consumiendo productos altos en grasas, azúcares y sal".
A ello se suma que muchos proyectos "llaman la atención de las grandes empresas, pero no los desarrollamos aquí. Lo ideal es que se contrate a los jóvenes que han desarrollado alimentos nutritivos, en su mayoría a bajo costo y que podrían impactar en la dieta de las personas de escasos recursos".