Nuevas reglas para bajar de peso
Por: Gaby Vargas
Este inicio de año, muchos de nosotros comenzamos a buscar la luz al final del túnel, sobre todo después que, durante las vacaciones, consentimos hasta el hartazgo a nuestro niño interior. Por supuesto, una vez más regresamos con el renovado propósito de bajar de peso. "Contrario a lo que por años hemos creído, bajar de peso no sólo se debe a una cuestión de estar motivados o no", afirma el doctor David Ludwig, director del programa Optimal Weight for Life de la Universidad de Harvard. El doctor Ludwig es uno de los pocos investigadores que intentan comprobar que no todas las calorías que ingerimos son iguales, ya que algunas personas están genéticamente programadas para acumular kilos más rápidamente que otras, sobre todo si ingieren un tipo de alimento erróneo. Por décadas los nutriólogos han afirmado que, para bajar de peso, la fórmula es quemar más energía de la que ingerimos. Y como la grasa tiene más densidad calórica que las proteínas o los carbohidratos, la consigna era "bajar las grasas". Los anaqueles de los supermercados se llenaron entonces de productos cuya etiqueta ostentaba la palabra mágica light y, así, millones de personas en el mundo creímos que sin dejar de comer, adelgazaríamos.
La sorpresa sería que en países como Estados Unidos, conforme el porcentaje de consumo de grasas bajaba, la epidemia de obesidad se disparaba como nunca. "Cuando observas los estudios sobre la disminución de grasas", dice el doctor Ludwig, "cuando mucho muestran una modesta baja de peso, con una total recuperación del mismo al corto plazo". El doctor Ludwig y sus colegas realizaron un estudio, que consistía en darle a un grupo de adolescentes una comida que provocó que sus índices de azúcar en la sangre se elevaran dramáticamente. Es decir, alimentos de alto contenido glicémico (glicemia se refiere a la presencia de glucosa —azúcar— en el torrente sanguíneo) como avena instantánea, pan blanco y varios cereales de caja, que por su rápida digestión provocan picos muy altos de azúcar en la sangre seguidos por caídas rápidas.
Los voluntarios reportaron sentirse con "mucha hambre" durante el día, y terminaron comiendo de 600 a 700 más calorías que aquellos que ingirieron alimentos que no provocaban estos pendulazos por su lenta digestión, como omelet de vegetales, queso bajo en grasas, manzanas y toronja. En estudios subsecuentes, el doctor Ludwig encontró que alimentar a ratones con una dieta alta en glicémicos, estimulaba a la mayoría —no a todos— a comer de más y subir de peso. La diferencia era la respuesta individual a la insulina. Lo mismo pasa con los humanos, y de ahí que se explique por qué unos suben de peso más fácilmente que otros.
¿Cómo saber si mi cuerpo secreta mucha insulina? Según el doctor Ludwig, quienes tienen un cuerpo tipo "manzana" con grasa acumulada en el centro del cuerpo, suelen producir más insulina que los que tienen el cuerpo tipo "pera"; sin embargo, siempre será más sana, para todos, una dieta baja en glicémicos. Aquí están las cinco reglas básicas: 1.— Consumir muchos vegetales ricos en fibra: hojas verde oscuro, frijoles, manzanas, peras, moras, duraznos. No a la papaya, mango o elote.
2.— Elegir los granos menos procesados, como avena, pan y arroz integral. No a las harinas blancas, arroz blanco, donas y demás.
3.— Evitar las bebidas endulzadas y no beber más de un jugo de fruta natural al día. 4.— Añadir proteína y grasa en la mayoría de las comidas: aceite de olivo, aguacate, semillas y nueces. No a las grasas saturadas ni ácidos grasos-trans.
5.— Comer pocas papas y poca pasta.
Para mayor información: consultar la página www.glycemicindex.com
erika.jurado@gabyvargas.com
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AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
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