Hungría castigará con altos impuestos a la comida basura
Si tiene mucha sal, azúcar o grasa, costará más. Hungría piensa en una estricta ley que aumentará los ingresos y reduciría la factura de los hospitales. Si el proceso culmina, Hungría será el primer país del mundo con la ley alimentaria más dura.
Hungría se prepara para aplicar el impuesto sobre la 'comida basura' más completo del mundo, con el que el Gobierno espera mejorar los hábitos alimentarios de la población y reequilibrar de paso su presupuesto sanitario.
El plan es gravar con 10 florines a los productos que tienen demasiada sal, azúcar o grasa, así como aumentar los impuestos sobre el alcohol y los refrescos en un 10 por ciento. Lo que se recaude con estas medidas (unos 30.000 millones de florines) se destinará a financiar el sistema nacional de salud, que tiene un déficit de unos 100.000 millones de florines.
Hungría se encuentra entre los países con mayor deuda pública de Europa del Este. Enfrentados a un enorme déficit, otros países europeos como el Reino Unido han decidido recortar sus presupuestos, y Grecia e Irlanda se han visto obligados a solicitar planes de rescate al FMI y a la UE. Hungría, por el contrario, está estudiando el "impuesto a la grasa".
"Se propondrá al Parlamento este verano y, con toda probabilidad, se aprobará sin problemas", asegura Gabor Csiba, autor de la propuesta de ley y presidente de la Alianza Estratégica para los Hospitales Húngaros.
"El Gobierno es bastante fuerte, y puede decidir más o menos lo que aprueba el parlamento", confirma Andras Nagy, presidente de la Asociación Húngara del Corazón.
Si se aprueba, el impuesto entrará en vigor el 1 de enero de 2012.
Fidesz, el partido de derechas del que Csiba es consejero municipal, controla dos tercios de los escaños parlamentarios tras arrasar en las elecciones celebradas en abril de 2010. Desde entonces, algunas decisiones del Gobierno no han estado exentas de polémica. En octubre impuso un "impuesto de crisis" a cadenas comerciales, operadores de telefonía y compañías energéticas extranjeras; una decisión que está siendo analizada por la Comisión Europea. En enero, el Ejecutivo tuvo que enfrentarse a la indignación internacional por una polémica ley de medios.
Los representantes de la industria alimentaria todavía tienen que presentar su respuesta concreta al plan del impuesto a la grasa, pero en principio se oponen a dicha medida. La CIAA, un grupo de presión que representa al sector de la alimentación y las bebidas de Europa, asegura que se trata de una decisión "discriminatoria", porque se aplica sobre cierto tipo de productos y probablemente afectará a los bolsillos de quienes tienen menos ingresos. Al mismo tiempo, aseguran que dicho impuesto es muy difícil de recaudar, económicamente perjudicial y no garantiza que se vayan a cambiar los hábitos alimenticios. La tasa de obesidad de los daneses, argumentan, ha aumentado aunque en 1922 aprobaron un impuesto que grava los dulces.
Pese a la tendencia nacionalista de Fidesz, algunos platos típicos húngaros como el hígado de oca frito no recibirán un trato fiscal especial. "Sal, azúcar y grasas implicarán más impuestos, y esos son los ingredientes de este plato", afirma Csiba. Pero decidir qué tipo de tarifa corresponderá a determinados productos de comida rápida como las pizzas o las hamburguesas, que pueden llevar diferentes condimentos, resultará más complicado, según explica Godfrey Xuereb, de la Organización Mundial de la Salud.
"Como organización, nos parece bien", afirma Nagy, dejando al margen la afirmación del sector alimentario de que los productos con grasa, salados o dulces no son perjudiciales si se consumen con moderación. "El sector sólo quiere complicar las cosas. Si uno va a una tienda, podrá decidir sencillamente lo que es saludable y lo que no lo es".
Según una encuesta del Instituto Nezopont, cercano al Fidesz, el 54 por ciento de la población húngara apoya el impuesto a la grasa.
Csiba rechaza la idea de que el impuesto será demasiado bajo como para lograr cambiar los hábitos de compra de la gente. "El impuesto no será bajo relativamente, porque los salarios de los húngaros no son altos, así que la gente tendrá que elegir alternativas saludables o al final lo que dediquen a ese impuesto supondrá mucho dinero".
Los húngaros ya gastan actualmente el 17 por ciento de los ingresos medios de un hogar en comida, más de la mitad que en EEUU, y tienen uno de los IVA más altos de la UE. Los consumidores pagan un 25 por ciento de impuestos en casi todos los alimentos y bebidas, excepto en los productos lácteos y de panadería, que tienen el 12 por ciento.
En torno al 20 por ciento de los húngaros son obesos. En EEUU, la proporción es del 30 por ciento.
Si finalmente el Parlamento de Hungría aprueba la ley, tal y como parece que sucederá, será la primera de este tipo en todo el mundo. El estado de Washington, en EEUU, carga un impuesto de 0,02 dólares a cada refresco. El Ministerio de Sanidad de Rumanía se planteó el año pasado un sistema de impuestos más completo, con el que recaudaría 700 millones de euros al año, pero terminó aparcando la idea en marzo, señalando que no tiene sentido en un momento en el que los precios de los alimentos están aumentando notablemente. En Rumanía la familia media gasta cerca del 40 por ciento de sus ingresos en alimentos, casi siete veces más que en EEUU. Sólo el 8 por ciento de los rumanos son obesos.
Miguel Leopoldo Alvarado
Fundador y Presidente