| ||
 | ||
| ||
La amenaza del hambre tiene una nueva cara, nos advierte la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Josette Sheeran, en referencia a una triste y alarmante realidad contemporánea. En las últimas semanas, en numerosos países han ocurrido motines y protestas populares ante la escasez de alimentos y por el incremento en los precios de los insumos básicos. Un botón de muestra: de acuerdo con datos del semanario The Economist, en 2007 los precios del trigo subieron alrededor de 77 por ciento y los del arroz 16 por ciento, pero en lo que va de este año, el costo del arroz se ha elevado en cerca de 140 por ciento. En Haití los violentos motines bajo la consigna de "tenemos hambre" llevaron a la dimisión del primer ministro haitiano. En Camerún, Mozambique, Costa de Marfil y en Egipto se han reportado numerosas muertes en manifestaciones similares. Al parecer el gobierno egipcio ha ordenado a su ejército producir pan para abastecer la apremiante demanda. Esta situación generalizada ha prendido las alarmas de gobiernos, organizaciones internacionales y especialistas, dado el potencial desestabilizador que tiene esta llamada crisis de los alimentos. A decir de algunos expertos, lo más sorpresivo de este fenómeno es que los precios elevados están reflejando cambios derivados de la demanda y no de la oferta, esto es, las consecuencias de factores asociados a fracasos en las cosechas en importantes países productores de grano a nivel mundial como Australia; bien las presiones que ejercen las poblaciones de China e India al consumo de granos y carnes dada su creciente capacidad adquisitiva ante la bonanza de sus economías nacionales, o la utilización masiva de granos en los programas de biocombustibles en varios países. A ello deben agregarse otro conjunto de elementos como las distorsiones ocasionadas por la especulación en los mercados, el proteccionismo que limita las exportaciones agrícolas, la irracionalidad de las políticas de subsidios, la falta de inversión y abandono en el campo, particularmente en los países de menor desarrollo, entre otros. Se asume que con todo, la escasez alimentaria de 2008 es apenas un síntoma de una situación más compleja, ya que apunta a la finalización de un periodo de 30 años en los que la "comida era barata", y al surgimiento paulatino de una época con nuevos equilibrios en la agricultura en países ricos y pobres. Sin embargo, el proceso de transición será más caro, doloroso y prolongado de lo que puede esperarse. Un dato parece certero: los alimentos no volverán a ser baratos. El fenómeno es grave porque afecta a amplios sectores sociales, incluidos los sectores intermedios. Las capas pobres serán, como siempre, las más afectadas. El PMA señala que la magnitud del problema es difícil de cuantificar en la medida en que no existen todavía estadísticas nacionales para medirlo adecuadamente. Recientemente, Bob Zoellick, cabeza del Banco Mundial, indicó que estos aumentos espectaculares en los precios de los alimentos podrían empujar al menos a 100 millones de personas hacia la pobreza, barriendo de un golpe los —pretendidos— logros obtenidos por los mil millones de personas más pobres del mundo en la última década de crecimiento económico. En una estadística que se antoja conservadora pero que refleja la magnitud del problema, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) establece que en América Latina y el Caribe la pobreza extrema afecta a un 30% de la población rural, y que entre los periodos de 1990-1992 y 2002-2004, el porcentaje de la población subnutrida en la región bajó del 13 al 10%, pero que 52.4 millones de individuos permanecen afectados por este flagelo. La FAO ha convocado a la Conferencia de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria Mundial, en la ciudad de Roma (3-5 de junio de 2008). Ha trascendido que el presidente Lula de Brasil es el primer mandatario que ha confirmado su participación. De los objetivos de la reunión internacional destacan: identificar nuevos retos para la seguridad alimentaria mundial, la oferta y la demanda, las políticas y la estructura del mercado; diseñar un proceso institucional para integrar la defensa de la seguridad alimentaria en los acuerdos internacionales relacionados con el cambio climático y la bioenergía, y adoptar una declaración sobre "Iniciativas necesarias para la seguridad alimentaria". Procurarse el pan de cada día implicará una solución concertada y colectiva en todos los niveles. México deberá participar constructivamente en esa reunión habida cuenta del deterioro de la situación del campo y la urgencia de atender sus necesidades en esta coyuntura. gpuenteo@hotmail.com |
--
AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
http://www.nutriologiaortomolecular.org/
http://www.seattlees.com/
