María Luz Loureiro García, coordinadora del grupo e investigadora principal del proyecto europeo, asegura que aunque «la obesidad no se consideró a lo largo del tiempo como un problema social, sino más bien médico» se hace necesario tener en cuenta las circunstancias socioeconómicas ya que en muchas ocasiones se heredan de padres a hijos y «su impacto económico es muy importante». Con estas premisas como base, este equipo de investigadores intenta contribuir en la búsqueda de instrumentos que permitan regular y controlar lo que ya es un serio problema en los países desarrollados, donde se hace necesario controlar el exceso de ingesta de calorías y fundamental el incremento de la actividad física de los individuos. «No podemos obviar que si en un principio preocupaba el grado de sedentarismo de un amplio sector de la población adulta, en la actualidad los cambios de hábitos de los más jóvenes en lo que a las actividades de ocio y diversión se refieren y la ingesta de comidas rápidas, grasas hidrogenadas y saturadas y excesos de azúcar refinado (calificado en ciertos ámbitos como un veneno tan adictivo como algunas drogas) han dado la vuelta a un problema que precisa de una solución urgente», manifiesta.
El estudio que llevan a cabo parte de revisar las políticas europeas, tanto públicas como privadas, en lo que se refiere a reducir la epidemia de la obesidad y para ello han centrado su vista en España, Portugal, Italia y Países Bajos. Se trata de analizar las niciativas públicas y privadas que se están poniendo en práctica en guarderías, equipos deportivos infantiles que aplican programas de educación física con pautas nutricionales, en comedores infantiles y en centros de atención a mayores. A partir de ahí y una vez evaluadas las medidas que al respecto adopta cada gobierno, se valora la eficacia o ineficacia de las mismas para, posteriormente proponer líneas dirigidas a combatir la enfermedad del siglo XXI. Una de ellas podría ser la ya aplicada en algunos países nórdicos donde se informa sobre los alimentos altos en grasas y azúcares propios de la dieta infantil. En esos países se optó por prohibir su publicidad en franjas horarias con mayor índice de impacto entre los jóvenes. Otro caso es el de Noruega donde, según informa la investigadora, «hay un impuesto elevado para el chocolate y desde hace poco tiempo también para el azúcar» que se aplica a productos como refrescos , sándwiches o salchichas de consumo habitual entre los niños y los jóvenes.
Menos azúcar, pocas grasas Actualmente en muchos comedores escolares se está ofreciendo a los niños una dieta sana y equilibrada controlada por nutricionistas, se les da a los niños leche semidesnatada o desnatada, aceite de oliva en lugar de mantequillas (grasas saturadas) o margarinas (grasas hidrogenadas), se reducen los fritos y el aporte de azúcares y , paralelamente, se incide en el ocio de los pequeños enseñándoles que los juegos que requieren actividad física son mejores para su salud que aquellos que les obligan a permanecer sentados o inmóviles frente a la pantalla.
Más difícil será controlar la repercusión del precio en la dieta ya que es evidente que resulta mucho más económica una comida precocinada que una elaborada con productos frescos y de primera calidad. A ello se une el ritmo de vida de la sociedad actual donde se recurre con mayor frecuencia a los platos ya elaborados que precisan solamente de un paso por el microondas o una vuelta en la sartén y listo. Los investigadores de la Universidad de Santiago observan todas estas variables. Saben que la renta familiar influye en el tipo de producto que se va comprar optándose por productos congelados o procesados, tienen en cuenta los hábitos y conductas alimentarias de la sociedad actual y observan el etiquetado nutricional de los productos o platos que nos llevamos a casa para alimentarnos y alimentar a nuestra familia. Todos esos factores serán valorados para buscar soluciones que lleven finalmente a controlar el problema.
Se trata, dice la investigadora, de «hacer una propuesta conjunta de la Unión Europea para luchar contra la obesidad». Es preciso, indica, «tener una visión global de un problema que nos afecta a todos», ya que la obesidad afecta ya a Europa de Norte a Sur, desde los países nórdicos a España, Portugal o Italia donde tanto se habla de la dieta mediterránea pero que tiene en su «contra» la necesidad de tiempo para preparar los platos, suculentos y sanos, pero menos rápidos. Desafortunadamente estamos, admite, ante una sociedad que lo vive todo con demasiada prisa, y la obesidad es la mejor amiga de los apurados que prefieren recurrir a una comida rápida hipercalórica o la bollería, un dulce que sacie el apetito durante un par de horas. Ni siquiera muchos productos alternativos de los que se anuncian como saludables son tal por su alto contenido en azúcares.
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AHANAOA A. C.
Miguel Leopoldo Alvarado
Fundador y Presidente