La crisis alimentaria mundial que se avecina |
Muriendo por la Boca | |
E. Cichowicz Emmanuelli / Especial para En Rojo | |
Cuando comencé a escribir la columna Muriendo por la Boca en Claridad en el 2006, lo hice porque nadie estaba hablando de que la basura que hoy en día pasa por alimento estaba comprobada como la causa principal de todas las enfermedades crónicas y degenerativas modernas. Pensé que era un mensaje que necesitaba un mensajero. Fue mi pequeña contribución para mejorar el mundo. Pero ya la hice. Llegó el momento de echar ese tema a un lado porque lo que se asoma en el horizonte – una crisis alimentaria mundial - es mucho más trascendental. Nada menos que la sobrevivencia de nuestra civilización está en juego. Mientras otros países latinoamericanos están activamente analizando y actuando sobre el tema - por ejemplo, la recién terminada reunión en Managua entre los ministros de agricultura de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y otros países de Centroamérica y del Caribe - aquí en Puerto Rico no se menciona. Otra vez un mensaje esperando una voz. Pero este mensaje es de tal envergadura que necesita que todos nos convirtamos en mensajeros. Si no intercedemos agresivamente desde ahora para inyectar este debate en la conciencia colectiva de la isla, nos estaremos muriendo por la boca por haber comido mierda, pero esta vez no literalmente. Miren más allá de los titulares de Aníbal y los federales. Ya están escaseando los granos más básicos – el arroz, el maíz y la harina – a nivel mundial. En febrero de este año comienza a escasear el arroz en las Filipinas, el importador más grande de arroz en el mundo, el cual entonces le hace un pedido especial a Vietnam para que éstos le garanticen un suplido continuo del grano durante el resto del año. Entre temores de falta de arroz, en abril el gobierno filipino les pide a los restaurantes que sirvan medias porciones de arroz a todos los clientes. En Egipto, el precio del arroz se ha duplicado y el precio de los fideos de consumo común se ha triplicado desde marzo - peleas en largas filas para obtener harina han resultado ya en seis muertes y se ha necesitado activar el ejército para hacer las entregas a los mercados. En Bangladesh, en abril de este año, diez mil trabajadores protestaron violentamente en la capital, Dhaka, exigiendo aumentos salariales para poder comprar alimentos ahora mucho más caros. En Tailandia, el arroz es ahora tan valioso que los pillos entran a las fincas de noche a robárselo. Y más recientemente en Haití, el mes pasado, una semana de violencia por alzas de entre 50% y 100% en el precio de los alimentos más básicos dejó a cinco personas muertas y culminó con la resignación del Primer Ministro. Los haitianos pobres ahora mismo se sostienen con galletas de fango. Dirán que esto no es nada nuevo, que durante los últimos 50 años los medios de comunicación han estado llenos en repetidas ocasiones de reportes de poblaciones con falta de alimento a causa de sequías o por ser refugiados de conflictos armados. Pero hasta ahora esas crisis alimentarias habían ocurrido en un trasfondo mundial de exceso de alimento barato almacenado y disponible. De hecho, la disponibilidad económica de los alimentos más básicos de nuestras civilizaciones fue la razón principal que permitió el crecimiento desmedido de la población mundial durante el siglo pasado hasta alcanzar 6.7 billones. La gran diferencia ahora es que la escasez y los precios altos de los alimentos más básicos son un fenómeno global, no local. Los países más ricos están experimentando las mismas alzas en precios que los países tercer-mundistas. Por ejemplo, en Inglaterra, en el último año, el precio de huevos ha subido en un 50%, el de arroz y mantequilla en un 60%, el de pastas en un 80% y el de pan en un 100%. Alzas similares se ven en Estados Unidos y en los colmados de Puerto Rico. Gente – entiendan esto y entiéndanlo bien claro. Los alimentos de ahora en adelante van a seguir subiendo rápidamente de precio y sin control. Pueblos relativamente adinerados como el nuestro, pero que dependen de importaciones de alimentos para comer, se van a ir en "shock" cuando descubran que el sueldo ya no les da para comprar lo que acostumbraban, y que lo que regularmente comían ya no lo trae el supermercado o está racionado. Lo que está pasando ahora mismo a nivel mundial con la agricultura representa el reto más grande que jamás ha tenido la civilización humana en su historia. Es mi sentir que la prioridad número uno que debe tener el gobierno de Puerto Rico de hoy en adelante es el de tomar todos los pasos posibles para preparar a nuestro pueblo para lo que se avecina en los próximos dos o tres años. Gente, se nos acabó el mamey. La era de los alimentos baratos de Walmart, Sam´s Club y Costco está por terminar. Tenemos que concientizarnos de la realidad y prepararnos. ¿Qué es lo que ha pasado a nivel mundial recientemente con la agricultura? Comencemos definiendo el término agricultura. Si piensan que la agricultura es aquella actividad que produce alimentos para la comunidad, pues están bien equivocados. Quizás comenzó con ese propósito hace mucho tiempo, pero hoy en día la agricultura se ha convertido en la actividad que produce materia prima para el mercado internacional. La sentencia de muerte a la agricultura como proveedora de alimentos para la comunidad se la dio Henry Kissinger cuando convenció al capital americano que de éstos debiesen apoderarse de todas las fuentes de alimento del mundo. Esto lo podían hacer incorporando el alimento a la bolsa de valores, como mercancía sobre la cual se podía especular financieramente e intercambiar como cualquiera otra materia prima. Además, Kissinger recomendó que corporaciones patentizaran todas las semillas de la agricultura mundial, efectivamente convirtiendo a las corporaciones como Monsanto en "dueñas" de todo lo que nosotros comemos. Y ese poder les da la prerrogativa a estos monstruos de quitarles la comida a quienes ellos quieran, cuando ellos quieran. Como ejemplo, cuando Salvador Allende no era del agrado de Kissinger, simplemente le cortó la importación de harina a Chile, provocando las protestas violentas del pan de las cuales se aprovecha Pinochet. O sea, la agricultura hoy en día es un juego de los ricos y los poderosos. Muy poco del alimento humano a nivel mundial viene en verdad de la agricultura corporativa. El por ciento mayor de la cosecha mundial de la agricultura va dirigida a convertirse en alimentos para sostener la industria del ganado y de los otros animales comerciales. La mayoría del planeta se sostiene de alimentos producidos en jardines de familia. En Rusia, al igual que en muchos otros países no "modernizados", el 90% del alimento que consume la población viene de la jardinería local. Sólo en países tan "adelantados" como Puerto Rico, donde la gente se ha convencido de que la vida es trabajar lo menos posible para poder vacilar lo más posible, creen que no hay porqué ensuciarse las manos trabajando la tierra – para eso están los "fast foods", los supermercados y las ayudas federales. Menos del 10% de todos los alimentos consumidos en Puerto Rico se cosechan localmente. He ahí el dato que guarda el potencial de desatar una catástrofe alimentaria en la Isla en los próximos años. Si por razones climatológicas o económicas mundiales se detuviese la importación de alimentos, Puerto Rico tiene un almacén de alimentos frescos que duraría 10 días y un almacén de comidas enlatadas que duraría cuatro semanas. Y después, ¿qué carajo vamos a comer? En los próximos años, los países como Puerto Rico que más dependen de la agricultura de afuera serán los más seriamente impactados por la crisis alimentaria mundial. Si la agricultura está a merced de la especulación financiera de los ricos, ¿por qué ahora suben los precios en EEUU e Inglaterra, desde donde se controla el capital? Pues resulta que la generación de capital nunca le quita el sueño las consecuencias negativas sociales o ambientales producto de la generación de ganancias. Pero esas consecuencias ahora se han juntado en una tormenta perfecta. Primero, la "revolución verde" en la agricultura hizo posible el proveerles alimentos baratos a muchos países, facilitando así un crecimiento poblacional global como nunca en la historia. Nunca se vió la necesidad de planificar para las consecuencias de los límites inherentes en el sistema. Al capitalismo neoliberal no le importa un bledo si ya somos demasiados y no da abasto la harina o el arroz. Es más, tanto mejor, porque sube el precio de la mercancía. Hay 70 millones de bocas nuevas en este planeta para alimentar cada año, y la vaca ya no da más leche. Segundo, ya no hay más tierras fértiles disponibles para la agricultura a nivel mundial. Sí, se pueden tumbar bosques pluviales como el Amazonas para sembrar, pero con las consecuencias de que el terreno rápidamente pierde sus nutrientes y que sin bosques no hay lluvia. Tercero, esa misma deforestación mundial para sembrar ha incrementado dramáticamente los niveles de dióxido de carbón, acelerando entonces el calentamiento global. Las consecuencias del calentamiento ya se están dejando notar. Después de ocho años de sequía en Australia, el molino de arroz más grande del hemisferio sur ha cesado operaciones. La producción de arroz y harina en Asia continental se lleva a cabo en los valles fértiles de los grandes ríos de fama histórica – el Indus, el Ganges, el Mekong, el Yangtze y el Amarillo - que durante el verano se suplen del derretir de las nieves de las Himalayas. El calentamiento global ha eliminado un por ciento suficiente de esa nieve para que esos ríos ya no traigan en tiempos de sequía el volumen acostumbrado para irrigar las siembras. Cuarto, hemos jodido el ambiente hasta más no poder. Los microondas, los alimentos modificados genéticamente, los plaguicidas y los insecticidas comienzan a hacer estragos. Se mueren las abejas. Se mueren los pájaros y los murciélagos. Y ahora para completar, la harina coge "moho" y se muere en el campo. El "moho" es producto de un hongo letal para la harina, conocido como Ug99. Las pérdidas en África, donde supuestamente se originó el hongo, ya van por el 70% de la cosecha y muy bien puede llegar al 100%. El hongo se riega a través del viento y ya ha aparecido en las siembras de harina de Irán y Pakistán. De acuerdo a la oficina de agricultura de las Naciones Unidas, una cuarta parte de toda la siembra mundial de harina está amenazada por el "moho". El precio de la harina, que ya ha subido 181% en los últimos tres años, está por dispararse aún más. Los más afectados serán como siempre los más pobres. Quinto, Estados Unidos, en su afán por mantener su estilo de vida a medida que se acaba el petróleo, ha fomentado muy agresivamente la conversión del maíz en gasolina – el famoso etanol – para que los americanos no tengan que dejar de usar sus automóviles. La Casa Blanca ha mercadeado la idea como "ambientalista" – se está usando una fuente renovable que no contamina para generar energía. De lo que casi todo el mundo se ha dado cuenta en los últimos tres meses es de que ha sido todo un gran engaño. Para empezar, el lucro corporativo del etanol ha resultado en que compañías que destruyen cantidades enormes de bosques pluviales en Brasil para convertirlos en fincas de granos. Resulta que los bosques del Amazonas son de las reservas naturales más grandes de CO2 del planeta, por lo que su destrucción ha causado ya aumentos dramáticos en el CO2 atmosférico, empeorando aún más el calentamiento global. Si sólo el 80% de las 62 destilerías para generar etanol ahora bajo construcción en EEUU se completan para fines de año, el 28% de la cosecha anual de maíz de ese país será dedicada a mantener a las familias americanas en la carretera. Las destilerías de etanol les pagan mucho más a los agricultores por su maíz que lo que les pagan las cadenas de supermercados y los criadores de animales (ganado, puercos, gallinas), por lo que los agricultores americanos están encaminando todo el maíz que puedan hacia el etanol. Y si sube el precio del petróleo, las destilerías pueden pagar aún más por el maíz. Mientras más maíz se dedica al etanol, menos queda para el supermercado y la crianza de animales, más sube el precio y más caro se vende todo – tanto el maíz como todo producto que viene de vacas, puercos y gallinas. De la noche a la mañana, el precio de un grano está absolutamente atado al precio del petróleo – algo que nunca se había visto. Y la cosa es que EEUU es el productor número uno de maíz a nivel mundial, así que mientras más americanos se quieran dar el lujo de guiar sus carros, más gente pobre a nivel mundial no tendrá el dinero para comprar maíz al nuevo precio y pasará hambre. México, en particular, es una bomba de tiempo. Gracias al tratado de libre comercio con EEUU y Canadá, los campesinos mexicanos que crecían maíz se fueron a la quiebra, las fincas corporativas que quedan están dirigiendo su producto al etanol y ahora el maíz de las tortillas que comen los pobres se importa y cada día sube más de precio. Y total, ¿para qué? Miren, ese 28% de la siembra de maíz estadounidense dedicada a generar etanol sólo supliría de 4-5% de la demanda de gasolina de los americanos. Pero llenar un tanque de gasolina grande de 100 litros, como los de algunos SUVs, con etanol puro requiere el procesamiento de unas 450 libras de maíz, lo cual puede alimentar a una persona por un año. Si simplemente se imponen medidas de ahorro del combustible, se evitaría lo que el especialista de la ONU Jean Ziegler ha llamado "un crimen contra la humanidad". Más arriba dije que "casi todo el mundo" se da cuenta ahora de la estupidez y de la injusticia que representa el etanol. Pues hubo un líder mundial que más de un año atrás fue ridiculizado por postular lo que ahora se ha convertido en realidad palpable. En su primera Reflexión después de su operación quirúrgica, y titulada "Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 millones de personas en el mundo," Fidel Castro escribe el 29 de marzo de 2007 "présteseles financiamiento a los países pobres para producir etanol de maíz, y no quedará un árbol para defender a la humanidad del cambio climático." Fidel describe "este colosal derroche de cereales para producir combustible" como "la internacionalización del genocidio." La enfermedad no le robó al Comandante su intelecto. El sexto contribuyente al costo tan alto y repentino de los alimentos es el hecho ya indiscutible de que no hay más petróleo a nivel mundial. Desde el 2005, la producción mundial del petróleo ha ido fluctuando alrededor del mismo valor, lo que quiere decir que los países exportadores de petróleo no podrán generar en el futuro más barriles por día de lo que están generando ahora – lo que se llama "peak oil." Más aún, cada año que pase, su capacidad de generar el combustible disminuirá. ¿Cuánto? El mismo Dick Cheney, cuando todavía era CEO de Halliburton en 1999, dio un discurso donde anticipaba una merma anual, conservadoramente, de un 3%. Acuérdense de que cuando escaseó el petróleo en un 5% en EEUU durante la década del 70 a causa del embargo árabe, el precio de la gasolina se cuadruplicó. No hay que tener un doctorado en Economía para anticipar que con una merma anual de 3% en disponibilidad, de aquí a dos años el precio de la gasolina puede estar fácilmente en $5 el litro. Piensen cómo eso nada más les afectará su modo de vivir. Como dijimos, mantener la población mundial de 6.7 billones de personas alimentadas bajo un esquema capitalista de globalización fue posible sólo a medida que existía el petróleo barato. Cada paso de la agricultura moderna requiere petróleo o gas natural – pesticidas, fertilizantes comerciales, irrigación, maquinaria de campo, plantas de procesamiento, elaboración de preservativos, almacenaje, refrigeración, transporte y venta. Si falta petróleo, comenzará a faltar alimento a nivel mundial. El haber llegado a "peak oil," donde el planeta ya no puede producir más cantidad diaria de petróleo, por obligación nos pone en "peak food," donde el planeta no puede ya generar más agricultura comercial. Si sube el precio del petróleo un poco, los pobres del mundo no podrán comprar alimento – si sube mucho, sólo los bien ricos podrán comprar. No podemos cometer el error de pensar que EEUU va a estar inmune a la debacle alimentaria global. El dólar americano pierde poder adquisitivo diariamente – sólo miren los precios actuales en su colmado. No podemos pensar que esto es algo pasajero que se va a arreglar una vez Bush salga de la Casa Blanca. Hay que aceptar la escritura en la pared - el precio de la gasolina nunca bajará otra vez, los cambios climatológicos ya son indetenibles y mientras tanto, EEUU seguirá metiéndole tres billones de dólares mensuales a Irak hasta que le chupen la última gotita de petróleo, dejando así nada para programas de ayuda comunitaria o para el desarrollo de fuentes alternas de energía – lo cual se tuvo que haber comenzado no menos de diez años atrás. Aplicado a fuentes alternas de energía, el dinero que se gastó en Irak en dos años pudiese haber evitado todo esto. El 4% del ingreso de las 200 personas más ricas del mundo pudo haber evitado todo esto. Pero el capitalismo no está en el negocio de evitar que los niños se mueran de hambre. Pero bueno, ya está bien de encojonarse y de echar culpa. ¿Qué carajo vamos a hacer? Primero, dejen de pensar que el mundo va a resolver milagrosamente la crisis energética y agrícola con energía solar u otra maravilla científica. ¿Existe el conocimiento? Sí. Miren, sabemos hasta cómo producir electricidad de mierda de vaca. ¿Existe la visión para hacerlo, la asignación de fondos o hasta el deseo de comenzar en serio? En algunos países de América Latina, sí. En EEUU, no. Lo que no se toma en cuenta es que la energía solar, la del viento, la del hidrógeno, la nuclear – todas dependen para funcionar de un abasto seguro y barato de petróleo–. Las fuentes alternas de energía no son tecnologías que surgen de por sí solas - son en realidad criaturas del petróleo–. Sin petróleo barato no se puede comenzar a construir y luego mantener toda la maquinaria e infraestructura que requieren dichas fuentes de energía alterna. Aceptémoslo – pasó el momento de evitar la crisis energética – tenemos que planificar agresivamente para cómo sobrevivirla. Podemos hacer mucho en Puerto Rico para prepararnos – pero tenemos que empezar ya–. Hay que comenzar a deconstruir la manera en que adquirimos alimento y agua para nuestras comunidades. Lo que comiste hoy viajó un promedio de 2500 millas para llegar a tu plato. Eso es un disparate para un país tropical donde crece casi todo. Cuando la gasolina esté a $5 el litro uno no va a poder darse el lujo de comprar a los precios de supermercado. Es más, el producto de la montaña no se va a poder ser transportar más allá del pueblo más cercano. Por lo tanto, es fundamental comenzar a pensar en alimentarnos en términos de comunidad – no de municipio, sino de barrio–. Tenemos que comenzar a generar jardines de alimentos por toda la isla, pero para consumo bien local en comunidades autosostenibles. Nuestras zonas metropolitanas son las que necesitan con más urgencia una planificación agresiva dirigida a generar la autosuficiencia comunitaria de alimentos, para evitar la desesperación que inevitablemente surgirá si la gente se encuentra con hambre y sin recursos. La era del petróleo barato propició la construcción de urbanizaciones y condominios que nunca fueron concebidos como sitios para la siembra de alimentos. Vamos a tener cientos de miles de personas, que si no actuamos desde ahora para prepararlos, se verán obligados a robar para sobrevivir. Por lo tanto, es indispensable desde ahora fomentar la jardinería urbana – hay que planificar para que todos los terrenos metropolitanos disponibles se puedan rápidamente convertir en áreas de siembra y de crianza de animales para las comunidades. Cada residencial público y urbanización debe ir planificando su huerto comunal, recibiendo instrucción en cuanto a cómo preparar la tierra y cómo sembrar y criar. Como dije en la pasada columna, habrá que aprovechar cada patio, cada techo, cada solar baldío y cada balcón disponible. Esto es crítico. Los alcaldes tienen sólo un par de años para generar 1 millón de jardineros orgánicos. Tenemos que aprender cómo enriquecer la tierra para que produzca. El gobierno tiene que comenzar a darle prioridad número uno a la educación agronómica del pueblo. El Colegio de Mayagüez, el Departamento de Agricultura y el Colegio de Agrónomos deben comenzar campañas agresivas de educación pública en permacultura y jardinería orgánica. Hay que ir creando en la mente de todas las personas la idea de que toda familia puede alimentarse más económicamente si cada una comienza a sembrar y a criar lo que sea y luego se unen como comunidad para intercambiar. Si cada familia tiene un par de ponedoras o de conejos y siembra verduras y entre la comunidad comparten unas cuantas vacas y cabritas, nadie tiene que pasar hambre. La necesidad de sembrar alimentos se hará notar muy pronto en el mundo corporativo. Anticipo que las secciones de jardinería de K-Mart, Walmart, Home Depot y Sears dentro de pronto serán ampliadas para acomodar la demanda. Los jardincentros sustituirán todas esas flores que no se pueden comer y que nadie se molestará en comprar, por secciones enormes de plantas frutales, semillas y plantas medicinales. Comenzarán a proliferar los agrocentros, vendiendo todo tipo de animal de crianza. El Departamento de Educación debe comenzar a dar clases en agronomía y permacultura desde kínder, poniendo a los niños de todas las edades a hacer composta y a mantener un enorme huerto escolar y una crianza de ponedoras, de donde se obtengan los alimentos frescos para la cafetería del plantel y se hagan competencias municipales a ver quién tiene el huerto escolar más productivo. ¿Quién va a dar las clases? Todos esos viejos agricultores que hasta ahora hemos menospreciado. Tenemos una enorme tarea educativa por delante y muy poco tiempo. Todo el mundo a sembrar y a criar. El autor es médico, practicante de Nutrición Ortomolecular. Tel 787-724-7674. Comunicarse a DrC@muriendoporlaboca.net. |
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AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
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