Importancia de analizar la metodología de los trabajos científicos
Introducción En los últimos 20 años, el tema de los antioxidantes fue sometido a una intensa investigación a nivel experimental y clínico, con estudios in vitro e in vivo. Hacia fines de la década de 1980 y principios de la década de 1990, la mayoría de los trabajos fueron experimentales y los estudios clínicos utilizaron metodologías retrospectivas, o se realizaban estudios epidemiológicos de corte transversal. En general, estos estudios demostraron que las poblaciones con una alimentación rica en verduras y frutas, con elevado contenido de sustancias y vitaminas antioxidantes, tenían menor riesgo de adquirir enfermedades cardiovasculares y distintos tipos de cáncer. También se observó que las concentraciones elevadas de antioxidantes en el plasma se asociaban con una menor tasa de dichas enfermedades. Se hicieron muchos trabajos con resultados muy coincidentes, lo cual generó un verdadero auge del consumo de vitaminas y sustancias antioxidantes. Sin embargo, cuando se empezaron a publicar los estudios de medicina basada en la evidencia o los trabajos aleatorios controlados por placebo, los resultados fueron dispares. Dos buenos ejemplos negativos fueron el beta-caroteno (que no se considera un antioxidante verdadero pese a que se lo incluye habitualmente dentro de éstos) y la vitamina E o tocoferol. En dos estudios, el ATBC y el CARET,1,2 se mostró un efecto contraproducente del beta-caroteno porque aumentó la tasa de cáncer de pulmón en los fumadores crónicos. Este estudio sufrió posteriormente diversas críticas debido a la dosis excesiva de beta-caroteno administrada a los participantes, unas 10 veces superior a las dosis de casi todos los compuestos antioxidantes existentes en el mercado, en productos de venta bajo receta elaborados por laboratorios de prestigio. Por su parte, la vitamina E, después de los estudios GISSI,3 HOPE4 y otros,5 no cumplió algunas de las expectativas esperadas en el terreno de las enfermedades cardiovasculares y ciertos trastornos neurológicos. Sin embargo, la vitamina E mostró ser eficaz en la prevención de otras patologías administrada sola o combinada con otros antioxidantes.6-9 El metanálisis de la revista JAMA En febrero de 2007, la prestigiosa y conocida revista The Journal of the American Medical Association (JAMA) publicó los resultados de un metanálisis de todos los estudios aleatorios y controlados realizados con antioxidantes y comparados con placebo.10 Destaco este metanálisis por tres razones principales: • Abarca una población extensa. • Sus resultados tuvieron mucho impacto y repercusión en los medios. • Incurre en defectos metodológicos que en gran medida invalidan los resultados. El criterio de valoración principal de este metanálisis fue la diferencia en la tasa de mortalidad entre el grupo tratado con uno o varios antioxidantes y el grupo que recibió placebo; se llegó a la conclusión que los antioxidantes aumentaron la mortalidad. En la revisión de la literatura, los autores seleccionaron un total de 68 estudios, los cuales incluyeron 232.606 participantes. Selección de los estudios Sólo 21 estudios trataron sobre la prevención primaria; el resto tenía como objetivo la prevención secundaria, o sea que los trabajos se efectuaron sobre pacientes con patologías oncológicas o cardiovasculares ya establecidas. Debemos partir de la base de que la acción de los antioxidantes, a semejanza de otros nutrientes, es preventiva y no curativa, por lo tanto el enfoque del trabajo fue inadecuado. Inclusión de micronutrientes y oligoelementos no antioxidantes Los autores incluyeron estudios con beta-caroteno, el cual no está considerado como un verdadero antioxidante, ya que actúa neutralizando al oxígeno singulete, una molécula activa que no es un radical libre.11 De esta manera, incluyeron dos trabajos, el Alpha-Tocopherol, Beta-Carotene Cancer Prevention (ATBC) con 29.133 individuos y el Beta Carotene and Retinol Efficacy Trial (CARET), con 18.300 participantes.1,2 Es decir, que en la estadística de este metanálisis los autores incorporaron una población de casi 50.000 pacientes a los que se administró una sustancia que no es un verdadero antioxidante, con el agravante de haber sido administrada en dosis elevadísimas, como se verá luego, lo que contribuyó a desequilibrar la balanza en forma desfavorable e innecesaria hacia los antioxidantes. Por otra parte, el beta-caroteno fue la sustancia de referencia en otros 23 estudios que formaron parte del metanálisis. Los autores incluyeron 16 estudios sobre la vitamina A, los que agruparon a más de 100.000 pacientes. En varios de esos estudios, el único micronutriente fue la vitamina A. Ahora bien, como la vitamina A no es un antioxidante, no tiene sentido haberla incluido en este metanálisis. La vitamina A o retinol es uno de los micronutrientes esenciales del organismo y su precursor es el beta-caroteno. Describir las múltiples funciones que desempeña la vitamina A escapa el propósito de este artículo, pero las podemos resumir en: fijación del pigmento retiniano, protección del endotelio y, participación en los sistemas inmunitario y hematopoyético como así en la síntesis de glucoproteínas.12 No es de esperar, por lo tanto, que la vitamina A administrada en dosis superiores a las que se necesitan diariamente reduzca la mortalidad, como pretende el trabajo que está en discusión. Por otra parte, y a semejanza de cualquier otro micronutriente o sustancia que ingrese al organismo, la dosis de vitamina A debe mantenerse dentro de sus límites, aspecto que no se cumplió en varios de los estudios recopilados por los autores del metanálisis. Algunas investigaciones incluyeron el selenio. Si bien este oligoelemento se suele agregar a los complejos antioxidantes, no atrapa a ningún radical libre y por lo tanto no es antioxidante, a menos que se lo considere como tal por formar parte del núcleo activo de la glutatión peroxidasa, la cual es una enzima antioxidante.13 Aquí simplemente deseo señalar el error conceptual de los autores al considerar antioxidantes tanto al selenio, como a la vitamina A y al beta-caroteno. Cualquier sustancia, aún la más inocua, puede ser tóxica en dosis elevadas Sabemos que solo con duplicar la dosis de cualquier fármaco cardiológico, psiquiátrico, etc., se pueden producir efectos colaterales, muchos de ellos graves y mortales. En este metanálisis, los autores expresan: "incluimos a los antioxidantes sin restricción de dosis." Es así que incluyeron trabajos con beta-caroteno en dosis de hasta 50 mg, cuando cualquier complejo antioxidante de los laboratorios de primera línea no contiene más de 5 mg de beta-caroteno, es decir, la décima parte. Respecto de la vitamina A, en este metanálisis se aceptaron dosis de hasta 200.000 UI. En un niño, una sola dosis de 250.000 UI puede causar toxicidad aguda; también los adultos, con una dosis de 2.000.000 UI o más pueden presentar síntomas de intoxicación aguda.14 Los complejos antioxidantes generalmente no contienen vitamina A, porque como ya se dijo, no es un antioxidante, pero los complejos nutricionales que la contienen no superan las 5.000 UI. Respecto del selenio, se aceptaron dosis de hasta 200 µg diarios, la cual se aproxima peligrosamente a la dosis tóxica.15 Los complejos antioxidantes contienen dosis de selenio inferiores a 50 µg. Otros sesgos del metanálisis Los autores manifiestan que excluyeron 405 estudios, con un total de 40.000 participantes, porque tanto en el grupo de pacientes que recibió antioxidantes como en el que recibió placebo hubo una mortalidad igual a cero. Los autores no explican la razón de esta excepción, pero es indudable que la medida no favorece a los antioxidantes. Como criterio de valoración principal se consideró la mortalidad, es decir, la máxima complicación durante un seguimiento. Los antioxidantes son micronutrientes y si bien la carencia de la mayoría de ellos es mortal, cuando se agregan a la alimentación como suplemento no poseen la potencia necesaria para revertir una determinada patología. Conclusiones A pesar de la magnitud de este metanálisis, sus resultados producen más confusión que esclarecimiento debido a diversas falencias y sesgos en la metodología: • Se incluyeron sustancias que no son antioxidantes. • No se puso un tope de dosis en los trabajos seleccionados, aspecto que está muy reglamentado en cualquier trabajo controlado. • No se incluyó ningún trabajo en el que la mortalidad fuese cero, tanto para los antioxidantes como para el placebo. • Los estudios con mayor mortalidad fueron los que emplearon beta-caroteno, que además de no ser un antioxidante fue empleado en dosis muy elevadas. • Se incluyeron muchos trabajos donde los participantes eran portadores de diversas enfermedades. Estas personas difícilmente mejoren con antioxidantes, ya que estos son agentes de prevención primaria. La selección de pacientes según la metodología de este metanálisis establece un sesgo grave en los resultados. |
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AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
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