Adipocitólisis con fosfatidilcolina
Por Eduardo Fonseca Capdevila a, Juan Luis Hurtado Bouza b
La fosfatidilcolina es un fosfolípido presente en condiciones fisiológicas en el ser humano. Sus funciones incluyen contribuir, junto con las sales biliares, a la solubilidad de los ácidos biliares en la bilis, es uno de los componentes fundamentales de las bicapa ...
Piel. 2009;24:117-8.
La fosfatidilcolina es un fosfolípido presente en condiciones fisiológicas en el ser humano. Sus funciones incluyen contribuir, junto con las sales biliares, a la solubilidad de los ácidos biliares en la bilis, es uno de los componentes fundamentales de las bicapas lipídicas de las membranas celulares, participa en la esterificación del colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y como surfactante pulmonar.
Es el principal componente de la lecitina, y en ocasiones ambos términos son utilizados como sinónimos. Se sintetiza en el hígado, y la yema del huevo y la soja son las principales fuentes de extracción.
Esta molécula fue descubierta en la URSS en 19591 y se comercializó, con patentes de Sanofi-Aventis, A. Nattermann & Cie GmBH, bajo las marcas registradas de Lipostabil y Essentiale 303, para aplicación intravenosa.
Su utilización terapéutica se basó fundamentalmente en datos empíricos, y entre sus indicaciones se incluyen el tratamiento y la prevención de las embolias pulmonares grasas, la arteriosclerosis, el distrés respiratorio del recién nacido, la insuficiencia hepática grave y los trastornos neurológicos. En el caso de la arteriosclerosis, su mecanismo de acción se atribuye a la activación de la enzima lecitina-colesterol aciltransferasa. Su seguridad para uso intravenoso es alta, y se la reconoce con la categoría GRAS-status (Generally Recognised As Safe) por la FDA2.
La utilización terapéutica de este fármaco ha sido muy irregular geográficamente. En algunos países, como Alemania, Austria e Italia, ha sido muy empleada, mientras que en otros, como Francia, nunca se ha comercializado. En España fue retirada del mercado en 1988, debido a su irrelevante consumo.
La fosfatidilcolina se utiliza, además, en alimentación parenteral y en la elaboración de preparaciones liposomales2.
Existen también múltiples productos para alimentación oral cuya base es la fosfatidilcolina o que la contienen. En general, se comercializan como suplementos alimenticios, con supuestos fines adelgazantes, para facilitar la digestión, proteger el hígado, disminuir el colesterol, facilitar la circulación sanguínea, mejorar el rendimiento intelectual y la capacidad de memoria, etc.
Su utilización con fines estéticos parece haberse iniciado por Maggiori, en 1988, quien inyectó esta sustancia para disolver xantelasmas3. Sin embargo, su popularidad parte de la propuesta de la dermatóloga brasileña Patricia Rittes, quien a partir de 1995 difundió su uso para la lipólisis de las bolsas subpalpebrales inferiores1,4 y posteriormente de depósitos grasos localizados en diversos puntos corporales5.
La técnica ganó rápidamente popularidad y en 2003 Hasengschwandtner fundó la International Society for Lipolysis y el Network Lipolysis, que en 2006 contaba con 450 miembros repartidos por 33 países1.
La fosfatidilcolina se comercializa en ampollas de 5 ml, que contienen 250 mg del fármaco. La técnica de inyección es por vía subcutánea, a una profundidad de 6 a 12 mm, según la acción terapéutica deseada, inyectado 0,5 ml en puntos separados entre sí 1,5 cm6.
El mecanismo de acción no se conoce del todo, pero se considera que la desfosforilación de la fosfatidilcolina ocasionaría una liberación de enzimas mitocondriales, con destrucción de la membrana de los adipocitos. El contenido lipídico es trasportado por HDL hasta el hígado en un periodo de unos 2 meses, lugar en el que es metabolizado en el ciclo del ácido cítrico1. El mecanismo real sería, pues, una adipocitólisis7, término más correcto que adipólisis, liposolución o lipodisolución, que se han venido empleando.
La fosfatidilcolina necesita para su solubilización la adición de desoxicolato sódico, una sal biliar, que tiene acción detergente y es adipocitolítica por sí misma. Esto ha hecho que muchos autores consideren que la acción terapéutica no se deba a la fosfatidilcolina, sino al desoxicolato1,7-9. Salti et al10, en un estudio a doble ciego y aleatorizado, han observado que la acción en la reducción de adiposidades localizadas es similar con desoxicolato solo que agregado a fosfatidilcolina, lo que indicaría que esta sustancia podría ser útil para la emulsificación posterior de la grasa.
Tras la inyección se produce una inflamación local, con eritema y edema, que dura un mínimo de 2-3 días. La zona puede permanecer sensible hasta 1 semana. Los efectos no son apreciables hasta pasadas 4-8 semanas, motivo por el que las sesiones de tratamiento deberían espaciarse un mínimo de 4-8 semanas1.
Las complicaciones se han descrito como raras1. Los efectos secundarios locales consisten en necrosis superficial, necrosis grasa encapsulada, inflamación, edema y molestias locales persistentes, infecciones, úlceras y neoangiogénesis11,12. También se han descrito efectos adversos sistémicos, fundamentalmente de tipo colinérgico, como náuseas, vómitos, diarrea, sudación profusa, modificaciones de la salivación y el gusto y arritmias cardíacas3.
Las indicaciones descritas para tratamiento con fosfatidilcolina subcutánea incluyen cúmulos grasos localizados, celulitis, lipomas, lipomatosis, lipohipertrofias de la lipodistrofia asociada al VIH, ginecomastia, deformidades tras injerto o tras liposucción y cicatrices deprimidas con áreas adyacentes de protrusión grasa1,11.
Sin embargo, no existe ninguna indicación aprobada para el uso subcutáneo y las formulaciones comercializadas están autorizadas exclusivamente para utilización intravenosa. También se emplean, sobre todo en Estados Unidos, diversas formulaciones magistrales que contienen, además, vasodilatadores, anestésicos y vitaminas, entre otros11. Las fórmulas magistrales, destinadas a inyección subcutánea, tienen asimismo trabas legales en muchos países. Este problema se ha unido al uso generalizado de la sustancia fuera del ámbito de la medicina, en numerosos casos en automedicación, incluso como adelgazante.
La comercialización y la propagación extramédica del uso de la fosfatidilcolina tienen lugar fundamentalmente a través de internet. Numerosas agencias de control de medicamentos, entre las que se encuentran la AEM (España), FDA (Estados Unidos), MHRA (Reino Unido), ANVISA (Brasil) e INVIMA (Colombia), han investigado y tomado medidas para tratar de frenar la comercialización fraudulenta y el contrabando de este fármaco, y señalan a España como una fuente importante3. En concreto, en Brasil se prohibió la importación, tratando de detener importaciones masivas y su uso sin ningún control sanitario1; Canadá ha prohibido expresamente su empleo, y la FDA y la MHRA han emitido diversos comunicados advirtiendo que su uso no está aprobado en Estados Unidos y Reino Unido, porque no hay evidencias concluyentes de su eficacia13 y su seguridad a largo plazo14.
Además, algunos estudios controlados recientes ponen en duda la eficacia y la seguridad a largo plazo del tratamiento adipocitolítico con fostatidilcolina-desoxi-colato14, debido a la fibrosis y la necrosis vascular y grasa no selectiva que originan.
En conclusión, podemos decir que las preparaciones de fosfatidilcolina con desoxicolato sódico destinadas a administración intravenosa tienen una acción adipocitolítica cuando se inyectan por vía subcutánea, pero sin que las autoridades sanitarias de ningún país hayan reconocido como suficientes las pruebas existentes sobre su eficacia y su seguridad para autorizar su empleo. Existen, además, serias dudas de si la acción adipocitolítica se debe sólo o casi exclusivamente al efecto detergente del desoxicolato.
Por otra parte, la utilización extramédica, la comercialización sin control sanitario y el contrabando de estos productos han alcanzado proporciones alarmantes en muchos países y han motivado advertencias de numerosas agencias estatales de control de medicamentos sobre el riesgo que entrañan.
Correspondencia: Dr. E. Fonseca Capdevila. Servicio de Dermatología. Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña. Xubias de Arriba, 84. 15006 A Coruña. España. Correo electrónico: fonseca@canalejo.org
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AHANAOA A. C.
Lic. Nut. Miguel Leopoldo Alvarado
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