El número de adultos obesos en la Comunitat Valenciana prácticamente se ha duplicado en los últimos 13 años, pasando del 17 por ciento en 1994 al 30 por ciento que indican los estudios más recientes, según señaló hoy la doctora Pilar Pérez Yuste, coordinadora del encuentro y pediatra especialista en Endocrinología del Hospital alicantino de Villajoyosa.
Pérez realizó estas declaraciones durante su intervención en la III Reunión de Interrelación Endocrinología Pediátrica y del Adulto, que se celebra hoy y mañana en Valencia, organizada por la Sociedad Valenciana de Endocrinología, Diabetes y Nutrición (SVEDYN), endocrinólogos y pediatras de la Comunitat, en la que remarcaron que los datos son igualmente preocupantes en la edad infantil, según informaron fuentes de la organización.
Así, en el año 2000, el estudio enKid reveló que el 15 por ciento de los niños españoles padecían obesidad y el 25 por ciento, sobrepeso, situando a España como el cuarto país europeo con mayor índice de obesidad infantil, tras Italia, Malta y Grecia. También han puesto de manifiesto que la frecuencia de obesidad en los niños de 6 a 12 años se ha triplicado desde 1985.
Al respecto, la doctora Pérez Yuste destacó 'la estrecha relación' entre ambos periodos de la vida cuando se habla de obesidad, ya que '4 de cada 5 adolescentes obesos, lo seguirán siendo al llegar a la edad adulta'. Por ello, consideró 'necesaria' la coordinación de endocrinos y pediatras para 'trazar pautas de actuación en enfermedades del metabolismo y del sistema hormonal, sobre todo teniendo en cuenta que los casos de obesidad y dislipemia (aumento de colesterol y triglicéridos en sangre) están aumentando en la infancia'. La finalidad de esta colaboración, explicó, es 'ofrecer a los niños una transición eficaz de la consulta pediátrica a la de adultos y establecer estrategias comunes de prevención, diagnóstico y tratamiento'.
No obstante, apuntó que existen diferencias entre el abordaje de la obesidad en ambas etapas de la vida ya que los objetivos inmediatos del tratamiento son también distintos en niños y en adultos. Así, en la infancia se incide sobre todo en cambiar hábitos de alimentación y actividad física, quedando en segundo plano el objetivo de peso corporal, mientras que en la edad adulta, empiezan a aparecer las complicaciones de la obesidad y se requiere una pérdida de peso, con dietas más estrictas, fármacos o incluso tratamiento quirúrgico.
Otro aspecto diferenciador es el grado de implicación y de responsabilidad que se transmite al paciente, que lógicamente es progresivo conforme el niño o adolescente va madurando. No obstante, los expertos han destacado que la obesidad se puede prevenir en la gran mayoría de los casos. Las estrategias de prevención, ha remarcado la doctora Pérez Yuste, 'se enmarcan en diversos ámbitos además del sanitario, como son la familia, los centros de enseñanza, los medios de comunicación, la industria alimentaria y las instituciones públicas'.
DISLIPEMIA EN LA INFANCIA.
La dislipemia es un factor de riesgo de enfermedades circulatorias, ya que produce placas que van obstruyendo los vasos sanguíneos. Se trata de un proceso lento, pero continuo, de manera que si comienza en la infancia puede dar lugar a enfermedad coronaria prematura, alrededor de los 40-50 años de edad. De ahí la importancia de detectar a tiempo esta alteración, según las mismas fuentes.
Se calcula que actualmente el 22 por ciento de los niños españoles tienen cifras elevadas de colesterol (superiores a 200 mg/dl). El 20 por ciento se debe a una alimentación insana y suele acompañarse de sobrepeso, mientras que en el 2 por ciento restante hay una causa genética que impide el metabolismo normal del colesterol o triglicéridos.
En todos los casos de dislipemia infantil hay que instaurar tratamiento con dieta, que consiste fundamentalmente en reducir las llamadas grasas saturadas, que se encuentran en los productos de bollería industrial y repostería, embutidos, carnes con tocino, sobrasada, vísceras, patés, yema de huevo, mantequilla, manteca de cacao, leche entera, quesos curados, nata y helados.
Por el contrario, debe aumentarse el consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos sin freír, aceite de oliva y pescado azul, y tomar lácteos semidesnatados o desnatados. Los casos más severos de hipercolesterolemia familiar requieren valoración por médicos especialistas y pueden necesitar tratamiento con fármacos.
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